
Nos hace brevemente una presentación de la industria en la que trabaja, que se dedica a las semillas, la biotecnología y el tratamiento de las cosechas. Sólo seis compañías en el mundo (Basf, Bayer, Dupont, Monsanto, Syngenta y Dow) tienen la entidad suficiente para afrontar las inversiones y los plazos de desarrollo de los nuevos productos. Dow Agrosciences, con una facturación anual de $7.000 MM, y 8.000 empleados, dedica $700 MM al año a I+D, empleando en esta función a 800 científicos.
El reto no es menor. El mundo va a experimentar un crecimiento en habitantes de 7.000 a 9.000 millones en este siglo, con 250 millones de chinos accediendo a la clase media. El cambio de dieta (fundamentalmente a mayor cantidad de proteínas) supone producir el doble de alimentos en los próximos cuarenta años. Pero hay que hacerlo con la misma tierra, la misma cantidad de agua y de energía, con un mandato sostenible por parte de la sociedad.
La industria lleva ya años trabajando en la mejora genética a través de la biotecnología, en las nuevas técnicas de laboratorio, el moderno manejo de datos y la agricultura de precisión. Al igual que ha pasado en el mundo de la comunicación y de la información, nuestra generación no es capaz de imaginarse el futuro, tampoco en el campo de la agricultura y la alimentación.
Además de ponernos al día sobre este apasionante área tecnológica, Antón nos animó a reflexionar en cuatro áreas que desarrolló a lo largo de su charla y del debate:
• Estamos teniendo la discusión equivocada con la agricultura. La cuestión no es si es mejor orgánico o peor, o cultivos transgénicos o no, o la pequeña granja contra la gran corporación. La cuestión es cómo alimentar a la humanidad, y hacerlo de manera sostenible. Antón sostiene que la agricultura moderna está a la defensiva y perdiendo la batalla de la comunicación. No es capaz de transmitir con claridad la tremenda contribución que ha hecho en los últimos 50 años al progreso de la humanidad.
• La importancia del marco de la Propiedad Intelectual, patentes y marco regulatorio en la innovación a largo plazo. ¿Cuál es el nivel de riesgo/beneficio necesario o adecuado? ¿A quien le exigimos la innovación que no se hace o no se permite hacer?
• Necesitamos unas instituciones regulatorias fuertes e independientes, con alta reputación. Esto aplica tanto en el mundo financiero, energético como agroalimentario.

Antón nos deja con un sabor agridulce al final de la charla. El mundo continúa superando los retos que le plantea el crecimiento de la demanda y la mejora de la dieta por medio de los avances tecnológico, como lo ha hecho siempre, pero la vieja Europa no quiere tomar parte en este esfuerzo.